"Allá, donde terminan las fronteras, los caminos se
borran. Donde empieza el silencio. Avanzo lentamente y pueblo la noche de
estrellas, de palabras, de la respiración de un agua remota que me espera donde
comienza el alba.
Invento la víspera, la noche, el día siguiente que se levanta en
su lecho de piedra y recorre con ojos límpidos un mundo penosamente soñado.
Sostengo al árbol, a la nube, a la roca, al mar, presentimiento de dicha,
invenciones que desfallecen y vacilan frente a la luz que disgrega.
Y luego la sierra árida, el caserío de adobe, la minuciosa
realidad de un charco y un pirú estólido, de unos niños idiotas que me
apedrean, de un pueblo rencoroso que me señala. Invento el terror, la
esperanza, el mediodía -- padre de los delirios solares, de las falacias
espejeantes, de las mujeres que castran a sus amantes de una hora.
Invento la quemadura y el aullido, la masturbación en las letrinas, las
visiones en el muladar, la prisión, el piojo y el chancro, la pelea por la
sopa, la delación, los animales viscosos, los contactos innobles, los
interrogatorios nocturnos, el examen de conciencia, el juez, la víctima, el
testigo. Tú eres esos tres. ¿A quién apelar ahora y con qué argucias destruir
al que te acusa? Inútiles los memoriales, los ayes y los alegatos. Inútil tocar
a puertas condenadas. No hay puertas, hay espejos. Inútil cerrar los ojos o
volver entre los hombres: esta lucidez ya no me abandona. Romperé los espejos,
haré trizas mi imagen, que cada mañana rehace piadosamente mi cómplice, mi delator.
La soledad de la conciencia y la conciencia de la soledad, el día a pan y agua,
la noche sin agua. Sequía, campo arrasado por un sol sin párpados, ojo atroz,
oh conciencia, presente puro donde pasado y porvenir arden sin fulgor ni
esperanza. Todo desemboca en esta eternidad que no desemboca.
Allá, donde los caminos
se borran, donde acaba el silencio, invento la desesperación, la mente que me
concibe, la mano que me dibuja, el ojo que me descubre. Invento al amigo que me
inventa, mi semejante; y a la mujer, mi contrario: torre que corono de
banderas, muralla que escalan mis espumas, ciudad devastada que renace
lentamente bajo la dominación de mis ojos.
Contra el silencio y el
bullicio invento la Palabra, libertad que se inventa y me inventa cada día. "
Octavio Paz